martes, 3 de mayo de 2011

La liberación de los galeotes

En este fragmento, don Quijote se encuentra con una cadena de hombres condenados a hacer galeras y tras interesarse por la causa de la condena de estos, les ruega a los guardianes de los galeotes que los liberen, los guardianes se oponen a los deseos de don Quijote y se enzarzan en una violenta discusión en la que los galeotes aprovechan para escapar.

Don Quijote alzó los ojos y vio que por el camino que llevaba venían hasta doce hombres a pie, ensartados como cuentas en una gran cadena de hierro por los cuellos, y todos con esposas a las manos venían ansimismo con ellos dos hombres de a caballo y dos de a pie: los de a caballo, con escopetas de rueda, y los de a pie, con dardos y espadas; y que así como Sancho Panza los vido , dijo: -Esta es cadena de galeotes, gente forzada del rey, que va a las galeras.[...] —Pues, desa manera —dijo su amo—, aquí encaja la ejecución de mi oficio: desfacer fuerzas y socorrer y acudir a los miserables. [...] Llegó en esto la cadena de los galeotes y don Quijote con muy corteses razones pidió a los que iban en su guarda fuesen servidos de informalle y decille la causa o causas porque llevaban aquella gente de aquella manera. [...] Tras todos estos venía un hombre de muy buen parecer, de edad de treinta años, sino que al mirar metía el un ojo en el otro un poco. Venía diferentemente atado que los demás. [...] Preguntó don Quijote que cómo iba aquel hombre con tantas prisiones más que los otros . Respondióle la guarda porque tenía aquel solo más delitos que todos los otros juntos. [...] —Va por diez años —replicó la guarda—, que es como muerte cevil. No se quiera saber más sino que este buen hombre es el famoso Ginés de Pasamonte, que por otro nombre llaman Ginesillo de Parapilla. —Señor comisario —dijo entonces el galeote—, váyase poco a poco y no andemos ahora a deslindar nombres y sobrenombres. Ginés me llamo, y no Ginesillo, y Pasamonte es mi alcurnia, y no Parapilla, como voacé dice y cada uno se dé una vuelta a la redonda, y no hará poco. —Hable con menos tono —replicó el comisario. —Bien parece —respondió el galeote— que va el hombre como Dios es servido, pero algún día sabrá alguno si me llamo Ginesillo de Parapilla o no. —Pues ¿no te llaman ansí, embustero? —dijo la guarda. —Sí llaman —respondió Ginés—, mas yo haré que no me lo llamen, o me las pelaría donde yo digo entre mis dientes. Señor caballero, si tiene algo que darnos, dénoslo ya y vaya con Dios, que ya enfada con tanto querer saber vidas ajenas y si la mía quiere saber, sepa que yo soy Ginés de Pasamonte, cuya vida está escrita por estos pulgares. —Dice verdad —dijo el comisario—, que él mesmo ha escrito su historia. [...] —¿Y cómo se intitula el libro? —preguntó don Quijote. La vida de Ginés de Pasamonte —respondió el mismo. —¿Y está acabado? —preguntó don Quijote. —¿Cómo puede estar acabado —respondió él—, si aún no está acabada mi vida? Lo que está escrito es desde mi nacimiento hasta el punto que esta última vez me han echado en galeras. —Luego ¿otra vez habéis estado en ellas? —dijo don Quijote. —Para servir a Dios y al rey, otra vez he estado cuatro años [...] —respondió Ginés. —Hábil pareces —dijo don Quijote. —Y desdichado —respondió Ginés—, porque siempre las desdichas persiguen al buen ingenio. [...] Volviéndose a todos los de la cadena, dijo don Quijote: De todo cuanto me habéis dicho, hermanos carísimos, he sacado en limpio que, aunque os han castigado por vuestras culpas, las penas que vais a padecer no os dan mucho gusto y que vais a ellas muy de mala gana y muy contra vuestra voluntad. [...] y por ello quiero rogar a estos señores guardianes y comisario sean servidos de desataros y dejaros ir en paz. [...] ¡Donosa majadería! —respondió el comisario—. Váyase vuestra merced, señor, norabuena su camino adelante y enderécese ese bacín que trae en la cabeza y no ande buscando tres pies al gato. —¡Vois sois el gato y el rato y el bellaco! —respondió don Quijote. Y, diciendo y haciendo, arremetió con él tan presto, que, sin que tuviese lugar de ponerse en defensa, dio con él en el suelo malherido de una lanzada [...] y los galeotes, viendo la ocasión que se les ofrecía de alcanzar libertad, no la procuraron romper la cadena donde venían ensartados.

PREGUNTAS: 1. ¿Quienes eran los galeotes? 2. ¿Que pide don Quijote a los guardianes que hagan con los galeotes? ¿Están de acuerdo los guardianes con el deseo de don Quijote? 3. Imagina que te condenan a hacer galeras ¿Cual seria la causa de tu condena?



5 comentarios:

laura dijo...

1: Gente forzada del rey.

2A: Que los libere
2B: Los guardianes se oponen a el deseo de Don Quijote y se enzarzan en una violenta discusión en la que los galeotes aprovechan para escapar.

3: Haber actuado mal contra alguna ley impuesta por el rey o no haber obedecido a cualquier mandato de mis superiores.

gonzalo robles vetas dijo...

1-Hombres condenados por el Rey.
2-Que suelte a los galeotes.
3-No hacen caso a la petición de Don Quijote y aprovechan para escapar en una disputa dialéctica entre ellos.
4-La causa sería algun crimen contra la ley,crítica al Estado,Oposición a pagar los impuestos...

Silvia dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Silvia dijo...

1. ¿Quienes eran los galeotes?
Personas que habían cometido delitos y eran enviadas, como castigo, a hacer galeras.

2. A. ¿Que pide don Quijote a los guardianes que hagan con los galeotes?
Que desaten y liberen a los galeotes, ya que se da cuenta de que éstos están condenados a remar en las galeras del rey en contra de su voluntad.


2. B. ¿Están de acuerdo los guardianes con el deseo de don Quijote?
No, le dicen que su deseo de liberar a los galeotes les parece una majadería y que prosiga su camino. Ante esta respuesta, don Quijote hiere a uno de ellos. Mientras tanto, los galeotes aprovechan la ocasión para escapar.

3. Imagina que te condenan a hacer galeras ¿Cual seria la causa de tu condena?
Seguramente sería por expresar abiertamente mis ideas o por encabezar alguna revolución transcendental.

César dijo...

1. Los galeotes eran presos que iban a cumplir su condena a galeras.
2. Los pide que los suelten y los dejen marchar libres.
No están de acuerdo. Solo pronunciarlo les parece una locura.
3. La causa de la condena podía ser por delitos calificados, robos, salteamientos en caminos o campo, fuerzas y otros delitos semejantes a éstos o mayores o de otro tipo.