jueves, 3 de marzo de 2011

Alonso Quijano

El célebre comienzo del Quijote nos presenta a un personaje normal y corriente, un tanto aburrido, recluido en su pueblo, donde tiene una hacienda mediana que no le permite grandes lujos; de hecho se le va todo el dinero en comprar esos libros -un objeto aún elitista- que le distraen de su vida anodina y le acabarán volviendo loco:


En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo, y los días de entresemana se honraba con su vellorí de lo más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años. Era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de «Quijada», o «Quesada», que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben, aunque por conjeturas verisímiles se deja entender que se llamaba «Quijana». Pero esto importa poco a nuestro cuento: basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad.
Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso —que eran los más del año—, se daba a leer libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza y aun la administración de su hacienda; y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas hanegas de tierra de sembradura para comprar libros de caballerías en que leer


¿Cómo sería hoy Alonso Quijano? ¿Dónde y cómo viviría? ¿Cuál sería su dieta? ¿Qué le volvería loco?

13 comentarios:

Delia dijo...

Pienso que seria un hombre que viviría en Madrid, agobiado por las horas del metro y de los autobuses. Sería un hombre al que le gustaría sentarse en su casa, después de trabajar durante todo el día como becario en una oficina en la que no ganaría ni para poder pagar su alquiler.
Para comer tendría casi todos los días sardinas en lata o comida precocinada, ya que no tendría tiempo de preparar nada más.
Lo que le gustaría seria irse todos los fines de semana a un caserío que tuviera por el campo, para descansar de todo el estrés acumulado durante le semana.

bruno dijo...

Este actualizado Quijano de unos 55 de edad, cara rugosa, curtida y alargada con una escasa barba cubierta de canas...
Viviría en una ciudad Española, quizá como Don Quijote en el cuento,en la mancha.

Trabajaría como supervisor de una fábrica(donde lo llamarían "Don Quijana"),pero no sería una fábrica de gran nivel, es decir, no muy conocida, ni requerida; lo normal para darle el suficiente dinero como para vivir en un apartamento de escasos metros cuadrados de cocina, con un pequeño balcón junto a ella... Una habitación poco decorada,un baño muy estrecho; y el salón, que sería su habitación favorita, su oscuro y acogedor despacho; con una sosa estantería de madera fabricada con roble viejo, en donde guardaría todos sus libros; una butaca y un mesilla donde leería, preparase las facturas, las pesadas facturas...
Y sobre todo donde se sentaría para disfrutar de sus pasatiempos delante del ordenador, su entretenimiento más frecuentado. mientras le alumbraría la tenue luz de su lámpara junto a su mesilla, o la de su chimenea...

Todos los días después de la dura jornada de trabajo,bajaría al supermercado de la esquina para hacer la compra propia de un soltero, después cocinaría no algo que le llevase mucho tiempo, algo rápido y sencillo, mientra miraría distraído a través de las puertas entre abiertas del balcón; aunque también de vez en cuando, algún que otro excepcional día, bajaría al bar de la calle a comer...

PD:(jo,que vida más monótona, lo he hundido en la miseria al pobre señor)...

Almudena dijo...

Yo creo que don Quijote sería un hombre de unos 50 años, casado y con varios hijos a los que cuidar y alimentar. Viviría en un pequeño pueblo de a saber donde que lugar de España.
Don Quijote trabajaría en una pequeña empresa de electricidad, cerca de su casa. Todos los días a la salida del trabajo se iría al bar de la esquina, donde se suele reunir con sus amigos, a tomar el aperitivo y a hacer tiempo hasta que sus hijos salieran del instituto para llevarlos a casa.
En vacaciones y algún que otro fin de semana iría a visitar a su suegra a un pueblo a unos cuarenta kilómetros de distancia del suyo de residencia.
En sus ratos libres le gustaría ir al huerto de detrás de su casa para ver como crecen sus árboles y sus verduras y para regarlos cuando fuera necesario. También le gustaría ver los fines de semana los partidos de su equipo favorito.
Y esta sería la vida de don Quijote en el siglo XXI

gonzalo robles vetas dijo...

Para mi sería un treintañero, niño de mamá y papá.No ha encontrado trabajo nunca ni a querido encontrarlo nunca porque es y ha sido siempre un vago de siete suelas.Se nutre de comida rápida y esta obeso.Sale muy poco de casa y solo se levanta del sofa para irse a la cama.Sus aficiones son el ordenador y sobre todo las video consolas.Se ha creado su propio mundo irracional fuera de la realidad siendo más propio de un videojuego con sus monstruos,personajes fantásticos y sus misiones como protagonista k es.Esta especie de rol le lleva la vida y utiliza su vida cotidiana para transformarla en su propio juego mental que le ha trastocado por eso algún día saldra mal parado.

laura dijo...

Pienso que sería un hombre de avanzada edad que a lo que más aspirase fuese a estar en casa discutiendo con su pobre mujer , y dando paseos por su hermosísimo pueblo Pedro Bernardo regañando a los niños que estuvieran jugando por su lado.Pienso también que una de sus grandes aficciones sería el ir a los bares y en el tiempo de invierno irse de caza, a matar el tiempo con sus dos viejos perros.Viviría notablemente bien, gracias a su humilde mujer ya que se lo daría todo echo, lo cual presentaría un aspecto fisico con unos pocos kilos demás ya que su alimentación no salía de carne , tocino y por supueso vino de Pitarra.Se volvería loco por su pésima y aburrida vida

diana dijo...

Son las 7 de la mañana y Alonso Quijano se levanta con resignación para ir a trabajar. Es un hombre de mediana edad, unos 45 años, alto, delgado, de cara pálida y mirada triste. Se toma una taza de café para desayunar y sale corriendo de casa para coger el autobús. Alonso Quijano odia su trabajo. Se pasa 8 horas al día encerrado en un mini despacho cutre en una mini oficina horrible. Sus compañeros actúan como si no existiera, su jefe le agobia con mucho trabajo y pocas horas de descanso.
El único momento del día que merece la pena para él es cuando llega a casa del trabajo, se hace un sandwich o algo de comida precocinada y se sienta delante del ordenador a jugar a su juego preferido. En él es un jugador poderoso, con 700.000 puntos y más de 100 amigos. Cada vez que entra en el juego se siente importante y útil para sus amigos y es libre para hacer lo que quiera cuando quiera. Puede permanecer en el mismo sitio durante horas sin despegar la vista de la pantalla totalmente inmerso en esa segunda vida que se ha fabricado.
Sobre las 12 de la noche va a la cocina, se prepara una lata de sardinas con ketchup y vuelve al ordenador. Más tarde, cuando sus amigos se han ido a dormir para estar descansados en su próximo día de trabajo Alonso empieza a hablar con sus amigos de Sudamérica. Por fin, a las 3 y media de la mañana se va a la cama y tiene un maravilloso sueño en el que alcanza un millón de puntos.

Ana Jiménez González dijo...

Yo pienso que hoy por hoy, Alonso Quijano seria una persona solitaria, reguñona y arisca. De unos cuarenta y muchos. Con pelo canoso y manos rasgadas de tanto trabajar en el campo. Sus vestimentas serían pobretonas.
Viviría en un pueblo llano, con pocos habitantes y sin tener buenos amigos.Un hombre que se alimentaba de productos del huerto y de alimentos totalmente naturales, viviría con su mujer e hijos de los cuales pasaba y solo se centraba en él.
Pienso, que se volvería loco por todas las exigencias y caprichos que le pedirían sus hijos, que si ordenador, television, play station, videojuegos... Alonso estaba tan transtornado por todos sus caprichos que acabarían con su paz y con su bienestar.

Edu dijo...

Yo pienso que Alonso Quijano sería un hombre más o menos de 30 o 40 años. Sería de las personas que se levantan pronto y van a tomarse los churros por la mañana e ir a por el periódico. Me le imagino de esa gente que dice que tiene de todo, pero en realidad, pasa apuros para llegar a fin de mes.
Le situaría en una pequeña cuidad o en un pueblo grande, algo así como Salamanca, o Ávila. Viviría en un piso normalito, ni muy grande ni muy pequeño, con su hija y su mujer. Yo diría que Alonso Quijano, sería como una persona bastante simple, y que se dedicase a ser profesor de algo, pero algo de letras, no de ciencias.
En tanto a su dieta, podríamos decir, que sería una persona a la que le gusta de todo, no tiene pegas a ningún tipo de comida, aunque creo que lo opondría algo de resistencia a comer comida china.
Le veo como una persona que como de todo entre semana, y algo especial el domingo.
No pienso que se pudiera volver loco por nada, pero en todo caso, diría que se pondría loco por leer, o por ver representaciones teatrales, o incluso loco por el cine el cine.

César dijo...

Yo creo que Alonso Quijano sería un hombre de unos cuarenta y muchos, pero de aspecto mucho más viejo, a causa de su mala vida, comiendo poco, trabajando poco y saliendo poco de casa. Arisco, malhumorado, agarrado, recordando y hablando siempre de su pasado por no encontrarse a gusto en estos tiempos.
Viviría en un pueblo más bien grande, de la mancha claro. Que tuviera historias de batallas de la edad media entabladas allí, con un pequeño castillo o al menos un torreón.
Sus días los pasaría en una casa grande, pero muy muy vieja. Estaría a las afueras del pueblo, con una parcela grande, pero sin cuidar, sin árboles y sin siembra. Sin grandes bienes materiales, con un pequeño establo en el que solo habría tablas podridas y una moto oxidada.
Viviría con un ama de casa sudamericana, (por esto de que sin papeles la podía pagar menos) la más barata que hubiese encontrado, y regateándole todos los meses el poco sueldo.
Le quedó una herencia de su familia, no muy abundante, pero si para poder vivir gastando lo mínimo, o menos que eso.
Comería lo más barato que hubiese en el mercado, además de latas y comida precocinada.
Todo el día se lo pasaría jugando con juegos de guerra y acción, visitando foros sobre estos temas, y chateando (dando la vara) con gente que encontraba en internet con sus mismos gustos.

Marta rubio dijo...

Don Alonso de Quijano, hombre de mediana edad de unos 40-50 años, alto, delgado, engurrumido, un hombre de poco comer y todo precocinado, soltero, viviendo en un piso pequeño en Madrid, estresado por la vida que se lleva en Madrid, por su acelerado trabajo. Al despertarse se toma un café y coge el metro y se agobia con tanta gente.
Llega a su oficina y se pone a realizar balances mientras que el malhumorado de su jefe le critica todo lo que hace. Sale de trabajar y se va a casa, come algo, se ducha y disfruta jugando a un juego de la play-station llamado “stay alive” que trata de una ciudad en la que habita un fantasma y va matando a todos los habitantes los jugares tienen que encontrar su ataúd y descuartizar el cuerpo solo así el fantasma se irá de la ciudad. Como se tira horas y horas jugando se piensa que el juego es la realidad y es lo que acabará por volverle loco.

Angelito Maiden dijo...

Yo pienso que sseguiría igual,solo que,evidentemente,mucho mas viejo,tendría ya casi 60 años.
Le echarían de la hacienda donde vivía,ya que generó una deuda tan grande que no le permitía mantenerla,aparte de que en el pueblo a nadie le caía bien por su carácter,siempre tan desagradable.Digamos que sería un cúmulo de circunstancias.Abandonaría el pueblo e iría hacia la zona sur de la Mancha,en busca de nuevas aventuras,ya que no quería emigrar a la gran ciudad porque siempre quería los lugares tranquilos.
Seguía dándole vueltas al asunto de los Molinos de Viento,siempre con aquella obsesión.La obsesión era tan grande,que ya veía "gigantes" por todas partes,allá donde fuera.Ya no le aguantaba ni Sancho Panza,que ya bastante aguantó ya el hombre después de tantos años.
Al final acabó solo,cabalgando por los campos de la mancha,completamente loco,corrompido por esa obsesión de los molinos de viento...

Silvia dijo...

Imaginemos un hombre en paro, casi arruinado y al borde de la desesperación. Meses atrás, Alonso Quijano, era un peón de construcción, harto de tener que trabajar más de ocho horas al día y de cobrar un mísero salario. Su única forma de descanso era volver a su casa, en Móstoles, y "malcenar" viendo la televisión con su mujer; no tenía energía para hacer nada más. En numerosas ocasiones se quedaba dormido en el sofá, sin haber apagado la "tele". Esto se debía a que no le apetecía irse a la cama, ya que eso significaba volver a levantarse en pocas horas para iniciar un nuevo día como el anterior.
Ahora, al no tener trabajo, posee todo el tiempo del mundo para hacer lo que quiera. Sin embargo, los problemas económicos y la angustia le hacen dedicar la mayor parte de sus horas a actividades que le mantienen completamente absorto y alejado de sus preocupaciones. Lo que más le gusta hacer es pasar las horas muertas en el ordenador, jugando a juegos de rol. Al principio lo hacía para distraerse, pero poco a poco empezó a engancharse a estos juegos y ahora son más importantes que su propia vida: lo último en lo que piensa al acostarse y lo primero al despertar, y eso, los días que duerme.

Elena dijo...

Alonso Quijano vive en un minúsculo pueblo de Toledo, en el cual tiene fama de fanfarrón y fantástico. Acostumbra a acudir por la tarde a los bares del pueblo, donde daba rienda suelta a sus fantasías Alonso Quijano tenía algo más de 60 años, ya estaba jubilado, si alguna vez había trabajado en algo que no hubiese sido su huerto, le gustaba fanfarronear acerca de lo que tenia y las supuestas cosas que les pasaban, a parte de eso, repetía constantemente lo joven que se encontraba, pese a ser prácticamente un anciano de cara arrugada, pelo canoso y de aspecto desaliñado, esto no daba una muy buena imagen de él en el pueblo.
Todas las mañanas se despertaba a las ocho y desayunaba, solitario, en su vieja y enana cocina, pedruscos de pan mojados en leche, a eso de las ocho y media salía de su decrepita casa e iba al huerto andando, pues odiaba las motos, los coches y todo lo que tuviera que ver con las nuevas tecnologías, según él, estas cosas eran cacharros inútiles. Por el camino, solía ponerse un sombrero de paja en la cabeza y acostumbraba a sujetar entre los labios una ramita de paja, lo cual le daba un aspecto estrambótico. Una vez en huerto, se dedicaba a cuidar las patatas, lechugas, cebollas y demás hortalizas que solían ser su alimento, además de alguna gallina que de cuando en cuando le daba la vecina. Por la tarde Alonso Quijano solía acudir a los bares del pueblo, donde relataba a todos los que quisiesen escuchar y a los que no, las alucinantes cosas que le ocurrían, era tal su imaginación y fanfarronería que el mismo Alonso Quijano se creía todas las mentiras que contaba, valiéndole esto la etiqueta de loco e irracional en el pueblo, lo cual era en efecto cierto, pues Alonso Quijano tenía una percepción de la realidad distorsionada, lo cual le llevaba a imaginar cosas que realmente no sucedían.